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El
año pasado en la ciudad de Londres, partió hacia la eternidad y la
historia el notable historiador Eric Hobsbawm, falleció cómo describiría
su hija para un periódico local, realizando aquella actividad que fue su más
acuciante preocupación, la investigación histórica, por ello hasta sus últimos
momentos no hizo más que “estar al tanto de los sucesos; tenía una pila de
periódicos junto a su cama”. El maestro Hobsbawm como los grandes historiadores
hasta su último hálito, vivieron intensamente la ciencia histórica.
Eric Hobsbawm, en sus ya célebres
obras, Rebeldes
primitivos, estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en
los siglos XIX y XX (1974) y Bandidos (1969), realizó
un aporte trascendente en la historia social, analizar a “delincuentes” y
“salteadores”, no como criminales sino como personajes históricos cuyo accionar
debía visualizarse como expresión de las fricciones sociales. El robo, el
delito y sus actores pasaron a constituir materia de análisis en la historia
social.
De esta forma surgió, en el análisis
social, el Bandolero
Social, y fue Hobsbawm quien se encargó de forjar este concepto, al
demostrar la generalidad del mito de Robin Hood, quien empujado fuera de la ley
por la injusticia, fue erigido en un paladín y héroe de los pobres.
Un hombre al margen de la ley que no es visto como tal por amplios sectores
sociales.
El bandolero social por tanto, se
diferenció del delincuente común, porque sus delitos no sólo fueron
expresión individual de su rechazo y descontento a la sociedad vigente, sino
logró identificar a los miembros de los grupos dominantes y sus agentes
consiguiendo canalizar sus acciones hacia ellos y obteniendo una identificación
con la población, la cual apoyó sus actos y lo protegió.
Hobsbawm destacó cuando analizó al
bandolero social, la identificación que los sectores sociales dominados
hicieron con la figura del bandolero, al cual convirtieron en su vengador y por
ello lo protegieron.
En
su análisis Hobsbawm señala algunas otras peculiaridades del bandolero: a) Su
carácter Rural b) una forma pre política de protesta social c) Una
ideología reformista.
Para Hobsbawm (2003), al bandolero social,
fue un determinado tipo de ladrón, de aquellos a quienes la opinión
pública no considera simples criminales, hombres a quienes los grupos de poder
y el estado consideraron criminales pero que permanecieron dentro de la
sociedad campesina y fueron considerados como héroes paladines vengadores e
incluso líderes.
Hombres que no lograron visualizar al
señor, como al enemigo de clase al que hay que derrotar, y cuyo máximo programa
sólo persiguió la defensa o restauración del orden tradicional buscando
terminar con los abusos.
El
aporte conceptual de Eric Hobsbawm, luego de sus primeros análisis y
publicaciones, recibió críticas, dentro de las cuales podría resumirse
tres principales (Walker y Aguirre 1990).
La primera y más radical planteó que
(…) los
bandidos sociales como tales no existían, que eran resultado de la mitología.
Sus acciones eran menos románticas y redistributivas de lo que el folklore,
fuente principal para Hobsbawm, implica. Autores como Anton Block y Linda Lewin
muestran casos en los cuales los bandidos pactaban con las élites, robaban a
otros campesinos, y no necesariamente defendían a su comunidad de origen”.
(Walker y Aguirre, 1990: 16).
Sobre esta primera crítica, debemos
señalar que pretendió negar la existencia de un hecho social concreto y de
existencia comprobada, el bandolerismo social, olvidando que el científico
social genera el concepto y este pretende captar la esencialidad del hecho en
todas sus complejas implicancias.
En lo referente a las fuentes folklóricas,
como elemento principal utilizado por Hobsbawm para su análisis, se intentó
menospreciar su importancia al estar conformada por cantos o mitos creados.
Planteamiento que soslaya y evidencia un
total desconocimiento del folklore, sector de las Ciencias Histórico
Sociales, que estudia los hechos folklóricos, es decir a las creaciones humanas
que se caracterizan por ser populares, tradicionales y anónimas” (Cáceres -
Olazo Monroy, 2006: 91). Y que intenta omitir a los seres humanos, creadores de
los hechos folklóricos, los cuales son seres concretos, con existencia propia y
perteneciente a clases sociales que carecen del poder económico, político y
social.
Por tanto, el folklore, esboza una forma
de comprender la realidad que les toca vivir; y hacen de sus cantos y mitos no
sólo
(…) una
forma de entretenimiento, para quienes las escuchan, sino un mecanismo de
trasmisión de las normas y valores culturales, al presentar en forma figurada la
realidad en la cual se desenvuelve el grupo social creador de dichas
narraciones. (Cáceres - Olazo Monroy, 2006).
La segunda crítica incidió en que “(…) no se debe separar bandidos
sociales y bandidos “empresariales” ya que todos los actos de bandolerismo
representan una forma de protesta social.” (Walker y Aguirre, 1990: 16).
Esta crítica en palabras del mismo
Hobsbawm (2003) intentó minimizar el carácter de clase del bandolerismo y por
ello: “(…) vincula
ambas cosas al mundo de la clase gobernante local en lugar de al campesinado.
(Hobsbawm, 2003:182).
En lo que respecta a esta crítica, debemos
señalar que la tipificación de Hobsbawm, responde a una necesidad, diferenciar
al bandolero social, de aquel cuyo accionar sólo es una protesta individual y
que no diferencia socialmente a sus víctimas. Hobsbawm al iniciar sus
estudios del delito tuvo que encontrar el concepto apropiado para diferenciar
al bandido que roba sin distinción de su víctima, de aquel que logró visualizar
a los sectores sociales e incide en sus acciones contra los grupos de poder.
Finalmente la tercera crítica, centraliza
en “(…) que los
bandidos sociales se limitaban a las épocas pre capitalistas o pre
industriales” (Walker y Aguirre, 1990: 17). Sobre esta última
crítica, los aportes y comentarios a los estudios del Bandolerismo generaron en
Hobsbawm una revisión y reflexión que lo llevó a en una de sus últimas
ediciones sobre Bandidos (2003),
a señalar:
“(…) Es
igualmente probable que su atractivo (bandolerismo social) no se haya agotado
ni siquiera en una sociedad obviamente capitalista como Estados Unidos, siempre
y cuando sea una sociedad en la cual la leyenda del bandolerismo social forme
parte de la cultura popular” (Hobsbawm, 2003: 197).
De esta manera Hobsbawm dejó abierta la
posibilidad de la existencia del fenómeno del bandolerismo en sociedades
capitalistas y va relegando el carácter pre político al fenómeno del
bandolerismo que antes fue una de sus características.
Estas últimas reflexiones sobre el
bandolerismo social, como fenómeno social en palabras de Hobsbawm (2003),
implicaron que el Bandolero Social, en sus propias palabras, desafíe
simultáneamente al orden económico social y político, radicando allí su
complejidad.
En el plano económico, el fenómeno del bandolerismo permitió la
recreación de un circuito económico alterno al dominante, desde el cual se
movilizaban los sectores marginales de la sociedad, la apropiación de bienes de
los grupos dominantes o sus aliados fue una constante de sus acciones.
En el ámbito social sus delitos tuvieron como elemento nutriente el descontento
popular, por ello, cuestionaron no sólo el orden social vigente sino
incluso algunos se levantaron y fungieron de autoridad paralela al orden establecido
en algunos lugares.
El cuestionamiento de la clase dominante y sus sectores aliados hicieron de su
protesta una protesta con embrionario contenido político, no cuestionando el
orden existente, no pidiendo al cambio del sistema o la ruptura del orden
colonial de forma directa o explícitamente, sino cuestionando a las autoridades
locales y del valle y por ende cuestionando indirectamente el engranaje
político.
Por tanto, a la luz de los nuevos aportes
sobre Historia Social es indudable el enorme legado de Hobsbawm sobre el
fenómeno de la criminalidad y el bandolerismo social, sus últimos añadidos al
fenómeno del bandolerismo enriquecen el tema e invitan a nuevas miradas sobre
un tema complejo para el análisis. Queda en los científicos sociales e
interesados continuar enriqueciendo y analizando desde nuevas miradas los
planteamientos de Hobsbawm y aportando para el mayor conocimiento de
nuestra materia histórica. Es el mejor legado que podríamos darle a un
historiador que entregó su vida a la ciencia histórica y siempre fue agudo y
critico al sistema actual.
[1] Licenciado en Historia de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Actualmente con estudios de Maestría en Historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
BIBLIOGRAFÍA
AGUIRRE, Carlos y Charles Walker, eds (1990) Bandoleros, abigeos y
montoneros. Criminalidad y violencia en el Perú, siglos XVIII (Lima: Instituto
de Apoyo Agrario/Instituto Pasado & Presente.
HOBSBAWM, Erick.
(1974) Rebeldes primitivos:
estudios sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en los siglos
XIX y XX”. Barcelona, España.
(2003) Bandidos.
Barcelona. Crítica. España.
CÁCERES – OLAZO M. J. M. (2006) Folklore, Algunas
Consideraciones. En Temas de Antropología. Departamento
Académico de Antropología, Arqueología e Historia. Universidad Nacional
Federico Villarreal.
PUBLICADO
EN LA REVISTA VIRTUAL "LOGOS"
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