Luis Alberto Rivera H¨
“La historia social es una disciplina que ajusta su campo de
trabajo al descubrimiento de la estructura de clases, de su dinámica y de su
proceso histórico. Con su análisis afloran los mecanismos envolventes o
movilizaciones sociales de control empleados por los grupos de elite
gobernantes; los resultados alienadores obtenidos con aquellos sobre la
población sojuzgada y las respuestas de defensa social esgrimidas por esta en
salvaguarda de su elemental existencia”
(Carlos Lazo García 1981: 11)
Hacia 1981, los historiadores Carlos Lazo y Javier Tord, habían
publicado tres textos que se constituyeron en el tiempo, en obras de lectura
obligatoria, en la historiografía de la historia social del Perú Colonial,
tituladas: “Economía y Sociedad en el Perú Colonial (Movimiento Social)”,
“Economía y Sociedad en el Perú Colonial (Dominio Económico)” y “Hacienda,
Comercio, Fiscalidad y Luchas Sociales (Perú Colonial)”.
Hace algunos años en la reedición de las obras del maestro
Carlos Lazo, en el nuevo prólogo, Javier Tord Nicolini mencionó “Si los
peruanos no incluyen en su diagnóstico nacional el superar ese podrido
espíritu señorial, con seguridad no podrán generar una sociedad moderna,
constructiva, progresista” (2007:20).
Y es que la persistencia aún de comportamientos feudales en el
Perú, durante finales de la década de los años 70, en el siglo pasado, fue una
de las causas que motivó a Carlos Lazo junto a Javier Tord a
profundizar en el análisis del mundo colonial.
Este comportamiento, del historiador comprometido con su
realidad, que busca desentrañar las causas profundas de los hechos y no las
apariencias, quedó reflejado, en las mismas palabras de Carlos
Lazo, cuando en una entrevista mencionó:
(…) una obra histórica puede ser un camino de liberación como
también puede ser un camino de opresión. Nosotros, los historiadores, tenemos
el conocimiento de cómo fue el dominio de las sutilezas de la enajenación
social, entonces así como podemos guiar hacia un cambio real, también podemos
asesorar el no cambio o apoyar cambios pseudomorfóticos”
Durante la primera década del siglo XXI, en una entrevista
concedida por el maestro Carlos Lazo García a estudiantes universitarios
sanmarquinos y publicada en la revista Praxis en la Historia Año I, N° 2(2004),
sobre el contexto de la publicación señaló que esta obra fue publicada por
Mejía Baca en 1980 y consistió en un estudio en torno a dos aspectos
fundamentales del Perú Colonial, la vida económica y la vida social, dentro de
su desarrollo feudal.
Bases fundamentales para cualquier estudio posterior sobre
aspectos de la sociedad colonial, en ella abordarían un problema fundamental,
hasta ese momento no esclarecido, era la sociedad colonial una sociedad de
clases, estamento, castas o como decían algunos dividida en república de
españoles e indios.
Lazo y Tord llegarían a la conclusión que el mundo colonial fue
una sociedad de clases, y tuvo como eje vertebrador a las clases sociales, las
cuales subordinaban aspectos como casta, estamento o repúblicas, categorías que
habían servido hasta ese momento para esclarecer la imagen del mundo
colonial y que sin embargo para ambos historiadores.
Las diferencias estamentales y de castas se mantuvieron
subordinadas a la estratificación de clases sociales y fueron el camuflaje socio –
ideológico con el cual se recubrió la realidad de estas últimas (Tord y lazo
1980b, T. V, Cap. I)
Por aquellos años, la obra sobre el mundo colonial de Lazo y
Tord fue adquiriendo trascendencia, debido no sólo a su agudo análisis
histórico, sino también porque servía para que los investigadores
sociales
de izquierda fundamenten históricamente la tesis sobre la
semifeudalidad del Perú de hoy, comprendiendo los orígenes de esta a
partir de la feudalidad colonial ( véase “el paradigma de la filosofía
universitaria en el Perú” de Octavio Ovando); y de otra parte, para que
estudiosos de derecha expongan el argumento referente a la actual existencia de
una vida corporativa y de relaciones personales originada en la colonia y que
se constituye en el principal obstáculo para nuestro desarrollo ( sobre este
tema, puede leerse “El capital ausente” de D. Ordóñez y L. Sousa)” (Lazo García
2004)
Carlos Lazo y Tord iniciaron sus estudios sobre el mundo
colonial, a partir de su acercamiento al llamado movimiento social, ¿ y cuál
habría sido el trasfondo de aquella preocupación por los movimientos sociales?,
Lazo y Tord fueron estudiosos que no dudaron en hacer visible su apuesta y
opción teórica y más aun su deseo de responder a su momento histórico,
caracterizado por el llamado nacimiento de la Nueva Historia, que cuestionó la
historia tradicional y buscó reivindicar actores nuevos y seres concretos
olvidados por la historia oficial
Heraclio Bonilla junto a Manuel Burga, Alberto Flores Galindo,
Wilfredo Kapsoli y Nelson Manrique son los miembros principales de la
Nueva Historia. Todos ellos tuvieron que verse afectados por la coyuntura
enunciada (la guerra de Argelia,
la Guerra de Vietnam, la Revolución Cubana)[1]. Así, ingresarán a la
investigación histórica con el objetivo de contribuir a una profunda
transformación social. Los temas eran elegidos en conformidad a su importancia
revolucionaria, combinando lo académico con la activa militancia
política. (Morán Ramos 2005: 2).
Esta nueva mirada al espectro social por parte de Lazo y Tord,
llevó a enfocar en nuevos actores sociales, de esta forma, los movimientos
sociales, y dentro de ellos, el bandolerismo y la criminalidad, como
expresión de protesta de las clases sociales dominadas, se convirtieron en uno
de los muchos temas de análisis.
Carlos Lazo y Javier Tord (1977, 1979, 1981), fueron quienes de
forma pionera, tipificaron y abrieron brecha para el estudio detallado de las
distintas formas de protesta social que esbozaron las clases dominadas del Perú
Colonial. En palabras de Waldemar Espinoza Soriano
ahondan en los temas claves para la comprensión de las
estructuras y la dinámica de la economía social del Virreinato peruano. Al cual
lo caracterizan sin ambages como un modo de producción feudal, impuesto por el
estado colonial en las esferas de los procesos productivos, circulatorios y
distributivos. (Lazo 2006: 12).
Todo ello permite afirmar que la obra de Carlos Lazo, publicada
en la Colección Mejía Baca titulado “Economía y Sociedad en el Perú Colonial
(Movimiento Social)” fue una obra que buscó analizar desde las visiones
complementarias de los grupos en el poder y los sectores dominados, los
mecanismos empleados por ambos que permiten explicar el funcionamiento de la
estructura económico social en la colonia.
CARLOS LAZO Y SU
CONCEPCIÓN SOBRE LA HISTORIA: ONTOLOGÍA GNOSEOLOGÍA Y APORTES EN LA HISTORIA
SOCIAL
Carlos Lazo fue un historiador que concibió como ciencia la
historia, y para quien el principal compromiso del científico social debe
ser analizar a los hombres en concreto en sus relaciones sociales con otros
hombres, no a los individuos ni al hombre aislado de su base económico social,
el análisis de la historia ciencia, logra comprender el desarrollo de los
fenómenos sociales, estudiándolos en su dinámica interna y sus relaciones con
la realidad que la rodea, dado que cualquier fenómeno social no se desarrolla
aislado de su contexto, una formación económico social, una forma de producir
etc.
En este sentido Carlos Lazo concibió la historia
como la ciencia social que estudia el
proceso de las relaciones sociales que han devenido en el tiempo. Cuando hablo de relaciones sociales,
me refiero a las relaciones de convivencia, a la vida misma. Los hombres al
convivir en sociedad articulan sus vidas, acciones y pensamientos. Esta
articulación en cada tiempo histórico determina una idiosincrasia de ser y vida
histórico-social, que sella históricamente a los hombres y mujeres. Eso es la
historia para mí, el estudio de la vida cotidiana, las ideologías, incluso las
mentalidades colectivas, etc. Y también estos elementos son su problema actual.
(Lazo 2004)
De esta manera resulta absurdo analizar por ejemplo la
vida cotidiana, las llamadas mentalidades, si antes no se ha logrado entender
la dinámica económico social donde los hombres se desarrollan, es decir la base
concreta, el llamado “ser social”, aquel concepto sustancial para entender las
diversas manifestaciones complementarias del hombre, su política, su
religiosidad, etc.
Para Carlos Lazo por tanto un análisis que prescinda de la base
económica social, en la que se desarrollan los hombres, contiene un análisis
fragmentado o en su defecto está buscando la mera descripción de aspectos
aislados de la totalidad y pretendería desvincular al hombre de la realidad.
Por ello Carlos Lazo fue muy riguroso al momento de elaborar sus
análisis en la historia, y sus investigaciones tienen un rigor
teórico y metodológico como queda demostrado en sus trabajos sobre el mundo
colonial elaborados junto a Javier Tord, en dos investigaciones rigurosas y que
hoy son lectura fundamental: Economía y sociedad en el Perú colonial (Dominio
económico) y Economía y sociedad en el Perú colonial (Dominio social);
tomos IV y V de la Colección Mejía Baca.
En esos estudios Carlos Lazo, parte de una premisa, un
problema ontológico de la filosofía de la historia, cuál es el ser
que deviene en la
historia del Perú, cual es el ser que debe ser materia de análisis en
los estudios de Historia. Y coincidente con su concepción de la historia
ciencia, concluye que son las relaciones sociales de los hombres establecidas
en el tiempo.
Para Carlos Lazo la historia es un proceso de desarrollo social
y su conocimiento como todo lo que es histórico debe resultar de una obra
científica o colectiva y servir al desarrollo de la sociedad. La historia como
proceso de desarrollo social evidencia su propio carácter dinámico. Por tanto,
se debe entender que las individualidades no hacen la historia sino la hacen
los hombres en colectivo en sus luchas constantes en su quehacer
cotidiano, asimismo como ciencia que es la historia sus estudios deben servir
para el desarrollo de la sociedad, allí radica un elemento más para tomar en
cuenta del porque es ciencia la historia.
Desde su concepción de la Historia, Carlos Lazo define a la
historia como una ciencia y no un arte, un conocimiento objetivo y no
subjetivo, estos dos criterios puestos a cuestionamientos por las posturas
nihilistas de la posmodernidad[2].
Por ello busca “recurrir a los análisis de macro – economía y de
macro sociedad en busca de las relaciones sociales fundamentales”, converge con
Ciro Cardoso en buscar la historia total sin que esta consista en “(…) la
tarea imposible de “decirlo todo sobre el todo”, sino solamente en decirlo
aquello que depende del todo; esto sí, cosa perfectamente factible.”(Cardoso,
Ciro, 1982 p.165).
Su concepción científica de la historia le permite visualizar
que son las relaciones sociales el ser que deviene en la historia y no el
hombre aislado o su praxis, como lo visualizan
Las formulas decimonónicas del idealismo objetivo racionalistas
y del idealismo subjetivo que destacan como fuerza motriz de la historia “el
voluntarismo”, “el espontaneísmo”, la voluntad de poder”, “la genialidad del
individuo”, “el elam vital”, “el alma o el espíritu de la sociedad”, “el
espíritu del corps o las voluntades colectivas” y “la intelligentsia
conductora” (Lazo 2007: 64).
Frente a ello, Carlos Lazo concibe que las relaciones sociales
articulan el accionar de los individuos y grupos sociales en la sociedad, no
son los hechos aislados sino las relaciones que articulan esos hechos. Concibe
por tanto, la dimensión del hecho histórico como una totalidad histórico
social, como una totalidad con coordenadas sincrónicas y diacrónicas
(coyunturales y estructurales).
Por tanto para Carlos Lazo el historiador que conciba su oficio
como una ciencia, debe dar a conocer el proceso y el grado de evolución de las
relaciones que han devenido en el tiempo, revelando que esas relaciones
sociales han constituido la red de movilización social de dominantes y
dominados, asimismo deberá revelar la existencia del debe ser social, el
cual nos tiene unidos a la sociedad ya dada y nos imposibilita de ser
constructores de un orden social diferente y superior (Lazo 1980).
Develado su concepción sobre el onto o ser deviniente,
asume una teoría del conocimiento (Problema Gnoseológico) de cómo concibe
la historia como ciencia y la hace suya sirviéndose de ella para develar
la realidad en sus múltiples relaciones y facetas.
Por ello para Lazo sus lineamientos teóricos (Teoría
Gnoseológica) le permitieron el
(…) descubrimiento de la estructura de clases, de su dinámica y
de su proceso histórico. Con su análisis afloran los mecanismos envolventes o
movilizaciones sociales de control empleados por los grupos de élite
gobernantes; los resultados alienadores obtenidos con aquello sobre la
población sojuzgada y las respuestas de defensa social esgrimidas por esta en
salvaguarda de una elemental subsistencia (…) devela lo que bien podríamos
sintetizar como los hechos – causa y los hechos – efecto, destinados a
instaurar y conservar una sociedad que fue organizada para el dominio y
bienestar de una minoría”( Lazo 1981:11)
Su Teoría del conocimiento, el marxismo, fue aplicada en sus
trabajos de investigación que realizó, sin ser excluyente con otras teorías,
por ello pudo recurrir a la teoría sicoanalítica, las ideas funcionalistas y
estructuralista. Porque para Lazo, la teoría marxista se enriquece cuando se
asume como punto axial para el manejo de otras filosofías y otras teorías.
(Lazo 2004).
Para Lazo su apuesta por la historia ciencia lo lleva a
“buscar las causas interno – intrínsecas desencadenantes de la esencialidad”
(Lazo,2004:64). Su teoría del conocimiento[3] como lo revela pretende llegar al
nivel de la esencialidad del fenómeno social, no quedándose en las apariencias
sino llegando a comprender el hecho histórico en toda su complejidad.
Para ello concibe una gama de conceptos que reflejan de
forma dinámica la realidad social, intentando acercarse a cada uno de los
problemas de sus investigaciones.
Lazo reconoce no sólo los desarrollos del marxismo en el plano
de la gnoseología, sino que de forma categórica y sin ambages, afirma que todas
sus clases y podríamos extenderlo a sus investigaciones, tienen un elemento
medular, la crítica y ella proviene del manejo adecuado y científico de su
concepción teórica marxista (Lazo 2004).
En ello converge con la afirmación categórica establecida por
Foucault cuando refiere
“Es imposible, en el presente, escribir historia sin utilizar un
conjunto de conceptos vinculados directa o indirectamente con el pensamiento de
Marx y sin situarse uno mismo dentro de un horizonte de pensamiento que ha sido
definido y descrito por Marx. Se debe incluso preguntar qué diferencia puede
haber, en última instancia, entre ser un historiador y ser un marxista”
(Foucault, M. 1978)
Todo ello permite ver el grado de versatilidad que tiene el
marxismo, como corriente teórica, y no como afirman algunos “teóricos”
devenidos hoy en defensores de la moda posmoderna, que pretenden endilgar al
marxismo, un determinismo económico, y repiten cual papagayos una y otra vez
ello; no reparando que Engels había ya zanjado ese tema cuando en una
carta a Bloch mencionó
Según la concepción materialista de la historia, el factor
que en última instancia determina
la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo
hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el
factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis
en una frase vacua, abstracta, absurda (Carta de Engels a Bloch, setiembre
1890)
Carlos Lazo comprendía perfectamente que todo científico social
que conciba como ciencia la historia, haga suyo una concepción, y
desarrolle una teoría del conocimiento acorde con una concepción del mundo y la
vida; debe desplegar todo su marco analítico al abordar sus
investigaciones.
Ello queda claramente demostrado cuando inicia sus estudios
sobre los fenómenos sociales, la preocupación axial de Lazo por comprender
estos fenómenos sociales tanto en su dialéctica interna como externa, así lo
demuestra. Por ello analizó los fenómenos sociales como parte del devenir
histórico en interconexión con la estructura económica social.
Todo ello incentivó a Lazo para dotar a la historia social
peruana de un marco de conceptos y un modelo metodológico o un ejemplo de cómo
desarrollar futuras investigaciones. La adopción de su opción teórica y hacerla
explícita, fue uno de sus importantes aportes como intelectual[4].
Un comportamiento que contrasta con algunos intelectuales
que no asimilaron y nunca hicieron suya una concepción de vida y menos una
teoría gnoseológica. Por ello quizá muchos se preguntaban, cómo hacia el
historiador Carlos Lazo para no renunciar a su teoría, a su forma de hacer y
concebir la historia, enseñando con el ejemplo lo que es ser un historiador
comprometido con la realidad y un defensor de la historia ciencia a cabalidad.
En ese sentido al historiador Carlos Lazo le tocó
hacer frente a dos momentos complejos, el repliegue político general, y
el cuestionamiento al marxismo como concepción de análisis y la ofensiva
neoliberal, denominada en el plano de las ciencias sociales como “la
derechización de las ciencias sociales”.
Frente a la cual inició una lucha frontal contra la
historia no ciencia, la moda de los años 90 en la forma de hacer historia, la
posmodernidad. Podríamos decir que Carlos Lazo, parafraseando a Lucien Febvre,
desarrolló sus combates por la historia, no sólo en conferencias y su
cátedra sino en escritos y entrevistas a estudiantes, e identificando a
la posmodernidad como un peligro para la ciencia histórica
La postmodernidad es una criatura de la economía globalizada contemporánea, es un
enlatado ideológico que lanza al mundo una visión de la historia que obscurece
lo que fue el pasado, que genera la confusión y que trasforma el conocimiento
de la historia en un artificio y al historiador en un
artesano-artista. De la historia postmoderna no puede surgir ninguna conciencia
histórica que contribuya a la formación de una conciencia de clase que apunte a
liberar al país de sus enemigos internos y externos. A
la corriente postmoderna hay que combatirla por ser un asunto de dependencia o
libertad. (Lazo 2004)
Pero regresando a la preocupación de Lazo y Tord en los años
1980, podríamos mencionar que es clara su apuesta por dotar de utillaje
teórico a los futuros historiadores del mundo colonial, todo ello enrumbado en
un método de análisis y un conjunto de categorías conceptuales que desarrollen
una mejor comprensión del movimiento social durante el Perú Colonial (s. XVI –
XIX).
De esta preocupación teórica surgen conceptos para el análisis
del movimiento social como: historia social, movimiento social, feudalismo
colonial, movilización social legalista, la movilización festiva , los mecanismos envolventes de control social, las
formas defensivas de acción social (como guerras de liberación, búsqueda
del señor protector, acciones idolátricas, movimientos mesiánicos), una
tipología de las protestas individuales de protesta popular: la huida, la
acción auto destructora, el vagabundaje, el salteador de caminos, el
bandolerismo social, el cimarronaje, etc.
Toda una tipología de las múltiples formas defensivas de acción
social esgrimidas por los dominados en respuesta a la explotación de los
sectores dominantes.
Esta tipología de protesta social, constituyó durante
buena parte de la década de los años 90 la veta de la cual múltiples
investigadores como Aguirre, Arrelucea, Flores Galindo, Vivanco, entre los más
importantes pudieron utilizar para reflexionar y abordar sus análisis, un
camino trazado y que contribuyó a enriquecer la historia social sobre el Perú
Colonial.
En esta perspectiva la historia del Perú Colonial se ha
enriquecido a partir de este primer abordaje teórico metodológico hacia la
comprensión de una parte fundamental de nuestra historia y que permite
explicar mucho de nuestra forma de ser hasta hace muy poco en nuestra sociedad,
tomando las palabras de Javier Tord, ese espíritu rentista que subyace aún en
algunos sectores sociales
El Rentismo tiene hoy implicancias graves. No ve las
posibilidades que el desarrollo moderno ofrece y se aferra a figuras y formas
de actuar ya superadas. No comprende la necesaria vinculación orgánica de
empresarios y trabajadores en vistas a competir. Convive con una educación
nacional deficiente que le resta posibilidades creativas y de crecimiento. No
entiende que la profesionalización y el buen desempeño deben ser considerados
más importantes que la calidad familiar, racial o corporativa… Mantiene una
actitud pasiva no productiva que desdeña la inventiva, el riesgo bien asumido.
En consecuencia, no integra, nuestros capitales emigran, nuestra mano de obra
lo sigue (Tord, 2007:23)
Estas fueron las preocupaciones de Lazo y Tord, cuando
escribieron sus escritos y luego la de dotar a los futuros historiadores de un
corpus analítico y de categorías conceptuales que contribuyeran a poder ser
desarrolladas, a partir de este primer camino abierto; con seguro muchos
aciertos, méritos y abiertos a crítica, fue posible que la historia social del
Perú Colonial, pudiera ser de mejor forma analizada. El camino estaba ya más
claro, había ahora que analizar con rigurosidad ya no tanto las generalidades
sino los fenómenos sociales.
Sin embargo, pasados ya tres décadas se hace imprescindible
reconocer ese camino trazado, y que ha sido por muchos soslayado, silenciando a
los autores que abrieron brecha para la comprensión de la historia social del
Perú Colonial, omitiendo sus aportes, no reconociendo lo avanzado, quizá por
subjetivismo o quizá por que hicieron suyo un marco teórico y aún mas fueron
consecuentes con él, y no resulta conveniente destacar ello. Porque como
diría Lazo en su producción en la historia es indisoluble su concepción
teórica, el marxismo, y gracias a ella pudo tener la amplitud y capacidad
analítica que sirvió para todos sus aportes en la historia social y económica
de la colonia. Su aporte para muchos es fundamental en la comprensión de la
historia social del Perú Colonial, pero incluso para sus mas acendrados
antagonistas, su obra así fuera sometida a crítica radical, siempre será punto
axial en toda obra de análisis de la Historia Colonial. Su obra aún permanece
incólume y su análisis de la perspectiva del devenir de los estudiantes de
historia de nuestro país es toda una invitación que dejaremos que Carlos Lazo
(2004) la haga “cada vez es más notoria la presencia de
estudiantes que conciben la ciencia histórica como un compromiso con el pueblo
y con el desarrollo histórico del país. Estos alumnos sin duda serán actores de
nuestra historia futura y constituirán el aporte humano (….) al definitivo
cambio de nuestra sociedad. Por lo demás, la visión más amplia y compleja de
nuestra historia que a raíz del compromiso adquirido irán desarrollando, les
permitirá ofrecer una nueva academia que atraerá la atención de los alumnos de
ciencia sociales de todas las otras universidades del país. La obra de estos
futuros historiadores (…) asegurará la cientificidad de la venidera
historiografía peruana.”.
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MORAN R, Daniel (2005) Borrachera
Nacionalista y diálogo de sordos. Heraclio Bonilla y la Historia de la
polémica sobre la Independencia Peruana. Ponencia presentada en
el X Simposio Internacional de Estudiantes de Historia realizado en
Arequipa por la Universidad de San Agustín del 28 al 30 de septiembre del 2005.
Fuente:
¨ Licenciado en Historia de la
Universidad Nacional Federico Villarreal. Actualmente culmina sus estudios de
maestría en Historia en la UNMSM.
[1] El subrayado es nuestro.
[2] Los planteamiento de la
posmodernidad niegan a la historia su carácter de ciencia,
argumentando que la carencia de leyes como lo tienen otras ciencias es un claro
indicador de sus argumentos, asimismo el historiador como agente cognoscente,
al estar influido de sus prejuicios, clase social e intereses, hace que sus
estudios carezcan de objetividad siendo subjetivos y ello quitaría a la
historia su carácter objetivo demostrando la subjetividad inserta en cada uno
de los estudios del historiador.
[3] Carlos Lazo asumió el
marxismo como concepción y a partir de ella analizó la realidad, pero ello
implicó enriquecer su gnoseología del conocimiento con el aporte de otras
corrientes y teorías, se consideró por ello “ un marxista clásico, porque para
mí, los textos de cabecera son las obra de Marx, Engels, Lenin y Mao. Todas las clases que doy, ya sea de
filosofía de la historia o sobre el Perú colonial, son clases críticas y la
crítica proviene del manejo adecuado y científico de la teoría Marxista,
aunque no menciono a Marx, y tampoco hay necesidad de hacerlo, pues el marxismo
a estas alturas debe ser un conocimiento científico ya supuesto.” (Lazo 2004)
[4]El asumir explícitamente una
opción teórica en una coyuntura compleja expresó no sólo la honestidad
del científico social sino el intento de demostrar que su adopción de la
teoría marxista, es razonada y analítica no por moda. Esta última modalidad
la desarrollaron en su momento quienes asumieron el marxismo como una
moda y cuando llegaron los repliegues políticos en el mundo abandonaron sus
marcos teóricos y abrazaron la moda posmoderna sin siquiera comprenderla,
haciéndola suya y convirtiéndose en sus más acérrimos defensores.