A PESAR DE LOS SILENCIOS Y OMISIONES: APORTE
DE CARLOS LAZO GARCIA A LA HISTORIOGRAFIA PERUANA
Lic. Luis Alberto Rivera
Herrera
Universidad Nacional Federico
Villarreal
Lima – Perú
Puedo asegurarles que en mi biblioteca particular he
impartido más lecciones que en las aulas de la universidad. En esta enseño 12
horas a la semana, pero en mi casa enseño hasta los domingos porque hay alumnos
que trabajan y no pueden venir los días de semana. Lo que les
estoy contando sirve para demostrar que los estudiantes reconocen en el
profesor Lazo a una persona que colabora en su formación académica. No sé
finalmente cual es el calificativo que merezco, pero creo que soy uno de los
pocos docentes de la escuela que tiene una actitud académica y una biblioteca
abierta a los estudiantes. Doy este apoyo porque considero que un profesor es
como un jardinero que debe estar cultivando constantemente su siembra para que
de buenos frutos. (Lazo García: 2012).
Luego
del aparente triunfo del capitalismo y la denominada Hegemonía Imperial de EEUU, instaurado tras la “crisis de los
socialismos Históricos”, emergió un discurso del capitalismo en el ámbito
mundial que postula como “imposible cualquier alternativa al sistema”.
Bajo
un contexto de repliegue político
general -cuestionamiento al marxismo y de ofensiva neoliberal en el mundo,
Carlos Lazo García, historiador peruano marxista convicto y confeso, inició una
lucha frontal contra la historia no ciencia, la moda de los años noventa, la
posmodernidad, identificándola como un peligro para la ciencia histórica.
Este
trabajo titulado: “A pesar de los Silencios y Omisiones: Aporte de Carlos Lazo
García a la Historiografia Peruana”, analiza el aporte fundamental a la
historiografía peruana, de este historiador marxista cuya obra a pesar del
soslayamiento, por su abierta defensa del marxismo y su opción política, ha dejado
una obra histórica de lectura obligatoria a quien opte por estudiar la historia
económica y social del Perú colonial.
El
presente trabajo ha sido dividido en
tres partes:
-
El compromiso del historiador
-
Aporte a la historiografía peruana
-
Defensa del Marxismo
I
EL COMPROMISO DEL
HISTORIADOR
Hacia 1970, la historiografía
peruana vio surgir a la llamada Nueva Historia, que cuestionó la historia
tradicional y buscó reivindicar actores nuevos, seres concretos olvidados por
la historia oficial. Surgen jóvenes historiadores como
Heraclio Bonilla, Lorenzo Huertas, Flores Galindo, Manuel Burga, Wilfredo
Kapsoli, Carlos Lazo, entre otros
Todos ellos tuvieron que verse afectados por
la coyuntura enunciada (la guerra de
Argelia, la suerra de Vietnam, la Revolución Cubana). Así, ingresarán a la investigación histórica con
el objetivo de contribuir a una profunda transformación social. (Moran Ramos 2005: 2).
Bajo un contexto
internacional de convulsión social y movimientos de liberación nacional produjo
en los científicos sociales ahondan su preocupación por enfocar nuevos actores sociales. Aparece
en la historiografía peruana una acuciante preocupación por el
análisis sobre los movimientos sociales y, dentro de ellos, el movimiento campesino, movimiento obrero, esclavitud,
bandolerismo, criminalidad como expresión de protesta de los sectores
dominados.
Su vida
universitaria no estuvo ajena a los grandes temas del momento histórico que le
tocó vivir, durante los años sesenta, con el apoyo del historiador Pablo
Macera, logra viajar a Cuzco con la finalidad de realizar investigaciones para
la Universidad de San Marcos, siendo así como se insertó al movimiento guerrillero
del MIR, ejecutando acciones propias de su capacidad. Es justamente allí donde se
acerca y devela los fundamentos del marxismo.
A diferencia
de quienes bebieron de la influencia de la Escuela de Annales, en sus pasantías
por Francia, y a su regreso trajeron nuevos enfoques y metodologías.
En Carlos Lazo
el marxismo se reveló en la praxis social y a través de sus agudas lecturas de
los clásicos, a los cuales arribó por la necesidad académica de metodologías
rigurosas y esquemas coherentes de análisis. Bajo la influencia de las lecturas
del marxismo clásico, buscó comprender las bases económicas sociales, punto
axial de toda explicación histórica. Siempre vinculando lo teórico a lo
práctico, contribuir a un proceso de transformación social.
Este comportamiento del historiador comprometido con su realidad, que buscó desentrañar las
causas profundas de los hechos y no las apariencias, quedó reflejado en
sus propias palabras:
(…)
una obra histórica puede ser un camino de liberación como también puede ser un camino
de opresión. Nosotros, los historiadores, tenemos el conocimiento de cómo fue
el dominio de las sutilezas de la enajenación social, entonces así como podemos
guiar hacia un cambio real, también podemos asesorar el no cambio o apoyar
cambios pseudomorfóticos.
Quienes
tuvimos la oportunidad de conocerlo a fines de los años 1990, década
caracterizada por la dictadura cívico – militar de Alberto Fujimori, aprendimos
a conocer al intelectual que desde su ubicación de catedrático y docente,
buscaba crear conciencia crítica entre sus alumnos, enseñándoles a
problematizar, a leer textos de reflexión, no a repetir de memoria las lecturas
en boga y de moda, en aquellos años se hablaba de una historia no ciencia,
del fin de las ideologías, frente a
ello, desde sus cátedras, sus cursos se convirtieron en los referentes teóricos
necesarios en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, para hacer frente en el plano académico al discurso
uniformizante, llamado posmodernidad.
II
APORTE A LA HISTORIOGRAFÍA PERUANA
Carlos Lazo
García (1977, 1979, 1981), de forma pionera, consiguió tipificar y abrir brecha
para el estudio detallado de las distintas formas de protesta social que
esbozaron las clases dominadas del Perú colonial. Las clases
populares o subalternas iniciaron su protagonismo desde un enfoque innovador,
el marxismo.
Desde el
marxismo dotó de una metodología de análisis a la historia social del Perú
colonial de un corpus conceptual de mucha importancia que sirvió para posteriores
estudios analíticos sobre el mismo periodo.
En palabras de
un colega y amigo, Javier Tord (2007)
Nos propusimos escribir una historia que
todos los peruanos pudieran considerar como suya; fundada en fuentes legítimas,
ordenadas por categorías científicas que dieran sentido integral a los
acontecimientos; orientada a la búsqueda de una explicación de totalidad sin
perder la espontaneidad del acontecimiento concreto, que integra el devenir
interno en su relación con el devenir mundial. (Lazo y Tord, 2007:9)
Hacia 1981, Carlos Lazo ya había producido tres textos que se constituyen en obras de lectura
obligatoria en la historiografía de la historia social del Perú colonial:
Economía y Sociedad en el Perú Colonial (Movimiento Social), Economía
y Sociedad en el Perú Colonial (Dominio Económico) y “Hacienda,
Comercio, Fiscalidad y Luchas Sociales (Perú Colonial). Estudios
caracterizados por su rigurosa reflexión teórica y su propuesta metodológica
marxista de cómo abordar la historia social.
Durante la primera década del siglo XXI, en una entrevista concedida por
el maestro Carlos Lazo García a estudiantes sanmarquinos, y publicada en la
revista Praxis en la Historia, Año I, N° 2 (2004), sobre el contexto de la publicación
señaló que esta obra consistió en un
estudio en torno a dos aspectos fundamentales del Perú colonial: la vida
económica y la vida social dentro de su desarrollo feudal; aspectos
fundamentales para cualquier estudio posterior sobre la sociedad colonial.
La tipificación de la sociedad colonial. Una
sociedad de clases
Carlos Lazo concluyó que el mundo colonial fue una sociedad de clases
sociales, concepto que subordinaba conceptos como estamentos, castas,
republicas. Los aspectos anteriormente mencionados, categorías que habían
servido- hasta ese momento- para esclarecer la imagen del mundo colonial “se
mantuvieron subordinadas a la estratificación de clases sociales y fueron el
camuflaje socio–ideológico con el cual se recubrió la realidad de estas
últimas. (Tord y lazo 1980b, T. V, Cap. I).
El análisis del mundo colonial en la obra de Lazo se fue convirtiendo en
una de suma importancia en aquellos años, debido no sólo a su agudo análisis
histórico, sino también porque servía para que los investigadores sociales
de izquierda fundamenten históricamente la tesis sobre la semifeudalidad
del Perú de hoy, comprendiendo los orígenes de esta a partir de la
feudalidad colonial ( véase “el paradigma de la filosofía
universitaria en el Perú” de Octavio Obando); y de otra parte, para que estudiosos de derecha expongan el argumento
referente a la actual existencia de una vida corporativa y de relaciones
personales originada en la colonia y que se constituye en el principal
obstáculo para nuestro desarrollo (sobre este tema, puede leerse “El
capital ausente” de D. Ordóñez y L. Sousa) (Lazo García, 2004).
Esta nueva mirada al espectro social por parte de Lazo llevó a enfocar nuevos actores sociales, de esta forma, los
movimientos sociales -dentro de ellos el bandolerismo y la criminalidad
como expresión de protesta de las clases sociales dominadas- se convirtieron en
uno de los muchos temas de análisis.
De esta preocupación teórica surgen conceptos para el análisis del
movimiento social como: historia social, movimiento social, feudalismo
colonial, movilización social legalista, la movilización festiva ,
los mecanismos envolventes de control social, las formas defensivas de acción social (como guerras de liberación, búsqueda del
señor protector, acciones idolátricas, movimientos mesiánicos), una tipología
de las protestas individuales de protesta popular: la huida, la acción
autodestructiva, el vagabundaje, el salteador de caminos, el bandolerismo
social, el cimarronaje, etc. Toda una tipología de las múltiples formas
defensivas de acción social esgrimidas por los dominados en respuesta a la
explotación de los sectores dominantes.
Esta tipología de protesta social constituyó, una invitación para
posteriores análisis y a la vez el utillaje teórico, que Lazo buscaba para la
naciente Historia Social, en sus propias palabras: “La historia Social como
disciplina nueva presenta problemas de precisiones teóricas en los niveles
ontológicos y gnoseológicos” (Lazo, 1981: 218 - 219). Durante toda su obra, se
expresara esa honda preocupación.
La historia social del Perú colonial se había enriquecido a partir de
este primer abordaje teórico-metodológico hacia la comprensión de una parte fundamental de
nuestra historia y que permite explicar mucho de nuestra forma de ser hasta
hace muy poco en nuestra sociedad, tomando las palabras de Javier Tord, ese
espíritu rentista que subyace aún en algunos sectores sociales.
III
DEFENSA DEL
MARXISMO, DURANTE EL REPLIEGUE POLÍTICO MUNDIAL
La década de los años 90,
del siglo pasado, en América Latina se
caracterizó por la puesta en marcha de una política económica conocida
como neoliberalismo, asumida por los gobiernos de nuestros estados, los
cuales abandonaron la doctrina del estado participativo y regulador por la del
estado benefactor del ingreso irrestricto
de capitales extranjeros.
En el caso concreto del Perú,
Alberto Kenya Fujimori, flamante presidente elegido asumió como camino para salir de la crisis económica,
un ajuste económico “Shock” (Programa de Ajuste Estructural) con el cual un gran número de la población
pasó a condiciones miserables de existencia y que sufrió según analistas de la
época de un gran defecto, fue descargado
preponderantemente a los más pobres.
La irrestricta apertura del
mercado a los capitales extranjeros trajo consigo la venta de casi la totalidad
de empresas públicas, la “flexibilización” de los derechos laborales, y la
puesta en marcha de un proyecto dictatorial
que para 1992 con el autogolpe de estado del 5 de abril se afianzó como
producto de la alianza entre un sector
de la institución militar y un pequeño sector social.
Proyecto autoritario que
condenaba a la aceptación de un capitalismo salvaje que eliminaba derechos,
conquistas sociales e instauraba un poder autocrático respaldado en el poder
militar y de espaldas a las grandes mayorías.
La puesta en marcha del
proyecto neoliberal peruano contó con un eficiente control interno y represión
política –social, la cual buscaba legitimar y mantener el orden económico que
se fundaba en “la exclusión de grandes sectores de la ciudadanía”.
En Carlos Lazo García, la defensa del marxismo como su opción teórica, se
hizo explícita, en años convulsos y complejos; fue también uno de sus más
importantes aportes, aleccionar que asumir una opción teórica no implica una
moda sino una convicción e identificación con determinados principios y
sectores sociales, todo ello en una coyuntura compleja, de quiebre
…y defección intelectual, íntimamente
relacionada con el declive de poder de la clase obrera a nivel mundial y el
poder ascendente del capital, de ex marxistas que en desbande transitaban hacia
la derecha más recalcitrante, para abrazar aquel ingenuo optimismo neoliberal, según
el cual la democracia participativa y la economía de libre mercado constituían
el mejor de los mundos posibles, pero también de antiguos militantes que
derivaron en el nihilismo y, optaron por cobijarse en el irracionalismo
posmoderno, a tañer la lira mientras ardía Roma (Lorgio Orellana, 2003, 28)
Académicos que no asimilaron y nunca hicieron suya una concepción de
vida y menos una teoría gnoseológica y abandonaban en desbandada un marco
teórico que habían hecho suyo sin comprenderlo por simple moda.
La Historia Ciencia, Historia Marxista
Carlos Lazo concibió a la historia como ciencia y al científico social
como un hombre comprometido, cuya función fundamental es analizar a los hombres
en concreto, en sus relaciones sociales con otros hombres, no a los individuos
ni al hombre aislado de su base económico social.
El análisis de la historia-ciencia lograría comprender el desarrollo de
los fenómenos sociales, estudiándolos en su dinámica interna y sus relaciones
con la realidad que los rodea, dado que cualquier fenómeno social no se
desenvuelve aislado de su contexto, sea una formación económico social, una
forma de producir, etc.
De esta manera, resulta incompleto analizar, por ejemplo, la vida
cotidiana, las llamadas mentalidades, el género, si antes no se ha logrado
entender la dinámica económico-social donde los hombres se desarrollan. No se trata solamente de contextualizar el
hecho, sino de ser consciente que entre ambos planos hay una relación de
interdependencia e influencia.
Para Carlos Lazo, por tanto, un análisis que prescinda de la base
económica-social, en la que se desarrollan los hombres, contiene un análisis
fragmentado, unilateral, o en su defecto, está buscando la mera descripción de
aspectos aislados de la totalidad y pretendería desvincular al hombre de la
realidad.
Su apuesta teórica y su concepción del mundo apuestan por lo colectivo
antes que lo individual, confronta de esta manera con la apuesta posmoderna y
neoliberal del mundo de hoy.
La historia como proceso de desarrollo social evidencia su propio
carácter dinámico; por tanto, se debe entender que las individualidades no
hacen la historia, sino la hacen los hombres en colectivo, en sus luchas
constantes en su quehacer cotidiano.
Por tanto, la historia asumida como ciencia debe servir para el
desarrollo de la sociedad, allí radica un elemento más para tomar en cuenta no
sólo el grado de cientificidad de la historia sino la interconexión de los
hechos dentro de una totalidad concreta.
Carlos Lazo, desde su concepción teórica, define a la historia como una
ciencia y no un arte; un conocimiento objetivo y no subjetivo. Estos dos
criterios fueron cuestionados por las posturas nihilistas de la posmodernidad.
Por ello, busca recurrir a
los análisis de macroeconomía y de macrosociedad en busca de las relaciones
sociales fundamentales, converge con Ciro Cardoso en buscar la historia
total sin que esta consista en la
tarea imposible de “decirlo todo sobre el todo”, sino solamente en decirlo
aquello que depende del todo; esto sí, cosa perfectamente factible. (Cardoso,
Ciro, 1982: 165).
Concibe, por tanto, la dimensión del hecho histórico como una totalidad
histórico-social, con coordenadas sincrónicas y diacrónicas (coyunturales y
estructurales).
Por tanto, para Lazo, el historiador que conciba su oficio como una
ciencia, debe dar a conocer el proceso y el grado de progreso de las relaciones
que han acaecido en el tiempo, revelando que esas relaciones sociales han
constituido la red de movilización social de dominantes y dominados. Asimismo,
deberá revelar la existencia del “deber ser social”, el cual nos tiene
unidos a la sociedad ya dada y nos imposibilita de ser constructores de un
orden social diferente y superior (Lazo 1980).
Su teoría del conocimiento (Gnoseología marxista) le permite
analizar el hecho histórico y develar la realidad en sus múltiples relaciones y
facetas.
Para ello Carlos Lazo, utilizó una teoría gnoseológica (teoría del
conocimiento) que le permitió el
(…) descubrimiento
de la estructura de clases, de su dinámica y de su proceso histórico. Con su
análisis afloran los mecanismos envolventes o movilizaciones sociales de
control empleados por los grupos de élite gobernantes; los resultados
alienadores obtenidos con aquello sobre la población sojuzgada y las respuestas
de defensa social esgrimidas por esta en salvaguarda de una elemental
subsistencia (…) devela lo que bien podríamos sintetizar como los hechos –
causa y los hechos – efecto, destinados a instaurar y conservar una sociedad
que fue organizada para el dominio y bienestar de una minoría”( Lazo 1981:11)
Su teoría del conocimiento, el marxismo, fue aplicada en sus trabajos de
investigación, los cuales no excluyen otras teorías, por ello pudo recurrir a
la teoría psicoanalítica, las ideas funcionalistas y estructuralistas; Porque
para Lazo, la teoría marxista se enriquece cuando se asume como punto axial
para el manejo de otras filosofías y otras teorías (Lazo 2004).
A Lazo, su apuesta por la historia-ciencia lo lleva a buscar las causas interno – intrínsecas
desencadenantes de la esencialidad (Lazo, 2004:64). Su teoría del
conocimiento
pretende llegar al nivel de la esencialidad del fenómeno social, no quedándose
en las apariencias, sino llegando a comprender el hecho histórico en toda su
complejidad.
Carlos Lazo reconoce, no sólo los desarrollos del marxismo en el plano
de la gnoseología, sino que de forma categórica y sin ambages, afirma que todas
sus clases -y podríamos extenderlo a sus investigaciones- tienen un elemento
medular: La crítica. Y ella proviene del manejo adecuado y científico de su
concepción teórica marxista (Lazo, 2004).
En ello converge con la afirmación categórica establecida por Foucault
cuando refiere:
Es imposible,
en el presente, escribir historia sin utilizar un conjunto de conceptos
vinculados directa o indirectamente con el pensamiento de Marx y sin situarse
uno mismo dentro de un horizonte de pensamiento que ha sido definido y descrito
por Marx. Se debe incluso preguntar qué diferencia puede haber, en última
instancia, entre ser un historiador y ser un marxista (Foucault, M. 1978).
Carlos Lazo comprendía perfectamente que todo científico social que
conciba como ciencia la historia, desarrollando una teoría del conocimiento acorde
con una concepción del mundo y la vida, debe desplegar todo su marco analítico
al abordar sus investigaciones. Fue muy cuidadoso durante sus clases en
las aulas de Historia (UNMSM) al enseñar los diversos modelos teóricos y al
declarar que su análisis lo hacía desde una opción teórica. Sus cátedras fueron
espacios liberadores para aprender y comprender aspectos teórico-metodológicos
de la investigación.
Podríamos decir que Carlos Lazo, parafraseando a Lucien Febvre,
desarrolló sus combates por la historia, no solo en conferencias y su
cátedra, sino en escritos y entrevistas a estudiantes, identificando a la posmodernidad como
un peligro para la ciencia histórica.
La postmodernidad es una
criatura de la economía globalizada contemporánea, es un enlatado ideológico que lanza al mundo una visión de
la historia que obscurece lo que fue el pasado, que genera la confusión y que
trasforma el conocimiento de la historia en un artificio y al historiador en un artesano-artista. De la historia postmoderna no
puede surgir ninguna conciencia histórica que contribuya a la formación de una
conciencia de clase que apunte a liberar al país de sus enemigos internos y
externos. A la corriente postmoderna hay que combatirla por ser un
asunto de dependencia o libertad. (Lazo 2004)
Estas fueron las preocupaciones de Carlos Lazo cuando realizó sus
investigaciones, cátedras, participación en seminarios, cursos de actualización
docente, charlas en diversas universidades donde era invitado por los
estudiantes, debates, etc. tuvieron una motivación fundamental: No solo
denunciar los peligros de la posmodernidad sino hacerle frente en el debate
académico.
Por tanto, su obra se enriqueció en la práctica constante, en el
ejercicio de confrontar sus planteamientos con sus alumnos y aprender de ellos
en sus cátedras. Su obra aún permanece incólume y su análisis de la perspectiva
del devenir de los estudiantes de historia es toda una invitación que dejaremos
que Carlos Lazo (2004) la haga, a todos los estudiantes de historia en
Latinoamérica
Cada vez es más notoria la presencia de estudiantes
que conciben la ciencia histórica como un compromiso con el pueblo y con el
desarrollo histórico...Estos alumnos sin duda serán actores de nuestra historia
futura y constituirán el aporte humano (….) al definitivo cambio de nuestra
sociedad. Por lo demás, la visión más amplia y compleja de nuestra historia que
a raíz del compromiso adquirido irán desarrollando, les permitirá ofrecer una
nueva academia que atraerá la atención de los alumnos de ciencia sociales de
todas las otras universidades…. La obra de estos futuros historiadores (…)
asegurará la cientificidad de la venidera historiografía.”
Finalmente,
queda a los estudiantes el introducirse al estudio desde una perspectiva
científica de la historia y no dejarse llevar por los cantos de sirena de la
posmodernidad que ofrece una historia “académica no ideologizada”, dado que si
entramos al campo de lo político e ideológico, ellos -consciente o
inconscientemente- son defensores y sostenedores del orden existente y de la
política económica hegemónica hoy en el mundo, con una visión estática
perfectible, que lo único que hacen
es vendernos la idea que no existe más fuera de este sistema, en ese sentido,
son ellos también defensores de una ideología que actualmente pretende
constituirse en pensamiento único.
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Wilfredo (Editor), Peruanistas Contemporáneos I (Temas, Métodos, Avances). Lima,
CONCYTEC, 1988.
Ponencia expuesta en las VIII Jornadas de
Historia de las Izquierdas: “Marxismos Latinoamericanos”, realizado los días
17, 18 y 19 de Noviembre del 2015 realizado en Buenos Aires - Argentina.
La influencia,
durante la década del año 70 del siglo pasado, del historiador Eric Hobsbawm
(1974, 1979, 2003), llevó a observar la denominada criminalidad como una forma
de protesta de los sectores sociales dominados y, entre las múltiples formas de
movimientos sociales, emergió la figura del Bandolero Social, aquel hombre
que roba y comete un delito a ojos de
los grupos rectores del poder local, pero se erige en un vengador de los
sectores dominados los cuales lo protegen y se identifican con su figura.
El rentismo tiene hoy implicancias graves. No ve las
posibilidades que el desarrollo moderno ofrece y se aferra a figuras y formas
de actuar ya superadas. No comprende la necesaria vinculación orgánica de
empresarios y trabajadores en vistas a competir. Convive con una educación
nacional deficiente que le resta posibilidades creativas y de crecimiento. No
entiende que la profesionalización y el buen desempeño deben ser considerados
más importantes que la calidad familiar, racial o corporativa… Mantiene una
actitud pasiva no productiva que desdeña la inventiva, el riesgo bien asumido.
En consecuencia, no integra, nuestros capitales emigran, nuestra mano de obra
lo sigue (Tord, 2007:23)
Los planteamiento de la posmodernidad niegan
a la historia su carácter de ciencia, argumentando que la carencia de leyes
como lo tienen otras ciencias es un claro indicador de sus argumentos, asimismo
el historiador como agente cognoscente, al estar influido de sus prejuicios,
clase social e intereses, hace que sus estudios carezcan de objetividad
siendo subjetivos y ello quitaría a la historia su carácter objetivo
demostrando la subjetividad inserta en cada uno de los estudios del
historiador.
Carlos Lazo asumió el marxismo
como concepción y, a partir de ella, analizó la realidad, ello implicó
enriquecer su gnoseología del conocimiento con el aporte de otras corrientes y
teorías, se consideró por ello “un marxista clásico, porque para mí, los textos
de cabecera son las obras de Marx, Engels, Lenin y Mao. Todas las clases
que doy, ya sea de filosofía de la historia o sobre el Perú colonial, son
clases críticas y la crítica proviene del manejo adecuado y científico de la
teoría Marxista, aunque no menciono a Marx, y tampoco hay
necesidad de hacerlo, pues el marxismo a estas alturas debe ser un conocimiento
científico ya supuesto.” (Lazo 2004)
Durante
los últimos años de cátedra del maestro Carlos Lazo se buscó silenciarlo y
desplazarlo de las aulas universitarias, para ello utilizaron “las cátedras
paralelas”, con antiguos alumnos y jefes de práctica, quienes se prestaron al
juego vil de intentar arrebatarle sus cursos, aun sabiendo la orfandad de sus
conocimientos. No logrando el objetivo principal, pues los salones de Carlos
Lazo, seguían albergando gran cantidad
de jóvenes estudiantes ávidos de conocimientos y de las experiencias de un
investigador de alto nivel.