“La fiesta era un espejo que devolvía a cada participante
su papel e imagen en el mundo, fuera de su propio destino escatológico De ahí
que la fiesta estuviese organizada de acuerdo con las clases sociales, que cada
una tuviese su puesto en ella, que pagase la parte que le correspondía..” (José
María Diez Borque 2007:44)
Lic. Luis Alberto Rivera H.
La historia como ciencia social, estudia la
realidad como una totalidad concreta, determinada por dos ejes, uno de tiempo
largo, la estructura y otro de tiempo corto e inmediato, la coyuntura. En el
análisis, la historia ciencia, busca revelar el ser esencial, recubierto por el
ámbito fenoménico y acontecimental, ambos niveles importantes para el estudio
de todo fenómeno social; sin embargo la tarea del historiador es ir en la
búsqueda de las causas últimas y no de las causas aparentes[1]
La ideología dominante en el mundo, defensora
de un orden económico social excluyente para las grandes mayorías; en la
ciencia histórica ha pretendido renunciar a la idea de una historia
total, en clara apuesta a lo fragmentario y lo individual. Por ello abandonan
cualquier pretensión de explicación teórica enmarcada en una “historia total” y
es que el pensamiento único, defensor del neoliberalismo y del mundo unipolar,
renuncia a la idea de totalidad. Desconociendo que no se trata de decir “todo
del todo” sino aquello que depende del todo, es decir buscar las conexiones
internas de los hechos que hacen comprensibles la totalidad.
El historiador que asuma la historia como
ciencia y en consecuencia la historia total buscará analizar los
fenómenos sociales tanto en su dialéctica interna como externa, en sus
relaciones con otros procesos y fenómenos sociales considerándolos parte del devenir
histórico en interconexión con la sociedad.
El establecimiento del régimen colonial
implementado por la corona española en el antiguo imperio del Tahuantinsuyo,
fue un largo proceso, que se implementó tomando como base muchos mecanismos
aplicados por el Imperio Inca sobre las naciones sojuzgadas; la mita, el
tributo, y diversos mecanismos de control económico, fueron utilizados por el
régimen español para acentuar su dominio, e implementar su
modelo económico de corte feudal.
Pero no solamente se instauró un modelo
económico y social legitimado por la institución del Virreinato; sino también
se desplegó un conjunto de mecanismos para el control ideológico de la
población, esta movilización de control social en el ámbito ideológico,
tuvo en la religión una de sus aristas principales, así como también en toda
manifestación de corte ideal que sirviera para dibujar el cuadro estamental y
piramidal de la nueva estructura social que se instauraba en el
virreinato y que tenía en la cúspide social al sector indiano peninsular como
el grupo dominante.
Al concretarse el dominio hispánico, según
algunas teorías, se inició un proceso de asimilación y de sincretismo de los
patrones y la cultura dominante; en el mundo indígena sin embargo
contrario a esta opción teórica, podemos mencionar que la constante en todo el
proceso de dominio hispánico fue la concreción de una cultura de
resistencia, que se expresó como un fenómeno socio cultural e ideológico
caracterizado por la adopción del pueblo andino en diversos mecanismos
para poder resistir el proceso de asimilación y erradicación de su cultura por
parte de la clase dominante, este proceso de erradicación de la cultura andina
fue llevado a cabo por el conquistador tanto de manera coercitiva como
coactiva, tenemos por ejemplo el caso de la extirpación de idolatrías, la que
sobredimensionada o no, buscó el sometimiento de la religión andina bajo la
hegemonía del catolicismo, con el claro objetivo de poder controlar a la masa
indígena (mano de obra) y tener un mejor control de la población, bajo el
encubrimiento de el aparente fin cristianizador, el fin económico era claro,
acentuar el dominio económico sobre la masa indígena, en esta perspectiva
podemos entender las contradicciones entre, el alto clero y bajo clero, las
órdenes religiosas y los indígenas, la de las órdenes religiosas entre sí por
el control de los indígenas y la de las órdenes religiosas y los
funcionarios coloniales. Siendo la contradicción principal, la contradicción
entre la religión indígena y la implantación de la religión
cristiana en el plano de la lucha ideológica que se llevaría a cabo en los
primeros siglos de la conquista.
Sin embargo a pesar del intento de
erradicación de la cultura indígena, vemos evidencias claras de la existencia
de una cultura de resistencia que se ha mantenido a través de los
siglos diferenciándose de la occidental.
En este sentido discrepamos con las visiones
que intentan hablarnos de mestizaje en este periodo entendiendo con ello la
confluencia de ambas culturas y que desde esa óptica habrían sido en forma
armónica. Madeleine Zúñiga y Juan Ansión al respecto mencionan: “... la noción
de mestizaje cultural aunque construida a base de las categorías coloniales,
tiende a eliminar la percepción de la relación de dominación propia de la
situación colonial y heredada de ella. Es decir tiende a suponer armonía
entre todos; dejando de lado la desigualdad real de condiciones de los
grupos sociales y étnicos” (Zúñiga y Ansión 1997:4).
Algunos estudios realizados sobre expresiones
de resistencia cultural en el extranjero revisadas, han sido por ejemplo el
trabajo de Talavera, María, Una explicación sobre el Origen del Simbolismo
de la Fiesta de Diablos Danzantes de Venezuela, publicado en
Acta Científica Venezolana (1999), su estudio centra en la Fiesta de los
Diablo, en ella la autora observa como la dicotomía de la Fiestaen la
figura Dios – Diablo permite ver como el desarrollo de la Fiesta es
una teatralización de los opuestos o contrarios (Dios – Diablo), y resalta como
al Iglesia en América permitió la expresión en la Liturgia Católica de
una serie de expresiones y elementos considerados profanos: danzas y cantos en
los ritos religiosos. Con el objetivo de adaptarlas a las enseñanzas religiosas
del cristianismo.
En otro aspectos Noguera Dolores, en su
estudio titulado, Elementos Teatrales del Corpus Madrileño en las últimas
décadas del siglo XVI, nos analiza las particularidades de los Autos
Sacramentales del Corpus Madrileño y a partir de allí, nos describe como se
llevaban a cabo las fiestas del Corpus Christi en el siglo XVI, y cuál era el
papel asignado no solo al clero sino al Cabildo como institución encargada de
tener a su cargo la organización de la Fiesta del Corpus.
Otro estudio que incide sobre las
manifestaciones barrocas teatrales, es el de Chinchilla, Rosa Helena, titulado, Pinturas
Emblemáticas y Fiestas Teatrales en la Época Colonial (2007); este trabajo
analiza las fiestas teatrales y la puesta en escena de los Auto Sacramentales,
como medio de enseñanza a las poblaciones indígenas del catolicismo,
reafirmando el desfile de los grupos sociales la jerarquía social piramidal de
la sociedad colonial.
El presente trabajo de investigación
abordara, una fiesta religiosa, el Corpus Christi, fiesta religiosa que se
empleó en la colonia como elemento de adoctrinamiento en la religión católica
sobre la masa indígena y también como demostración del poder del régimen
hispano.
A fin de contar con elementos teóricos
referenciales y dotar de mayor precisión en el análisis, definimos a la cultura
campesina como: “...todas aquellas creaciones y comportamientos socialmente
aprendidos que son propios de una formación social históricamente determinada”
(Cáceres Olazo – Monroy 1992:3). Asimismo definimos la cultura de resistencia
como “Todos los movimientos y diversas formas de oposición activa o pasiva que
se dieron durante el periodo colonial hispánico en el Perú” ((Cáceres Olazo – Monroy
1992:4).
Y al campesinado del Cuzco como
“Toda la población que vive en
áreas rurales o en centros de población concentrada del departamento de Cuzco
durante los siglos XVI y XVIII y cuyo trabajo está ligado de manera directa o
indirecta a la actividad agrícola y pecuaria, y se caracteriza por reproducir
comportamientos comunes, tanto en organizaciones autóctonas, propias de la
cultura andina, como en las generadas por el sistema de dominación imperante”
(Cáceres Olazo 1999:7).
El proceso de conceptualización, debe ser
complementado una hipótesis aproximativa que determinó el rumbo de la
investigación: “El profundo
contenido político colonial, el deseo de desplazar la festividad andina del
Inti Raymi y la búsqueda de una mayor feligresía hacia la religión católica,
hicieron de la Fiesta del Corpus Christi, una de las principales
movilizaciones festivas del Cuzco Colonial durante los siglos XVI y XVII al
servicio de los intereses de la Corona Española”
El trabajo ha sido dividido en cuatro partes
para una mayor precisión en el análisis, la primera parte, una
introducción en la cual se exponen las referencias teóricas a utilizar y
se llega a la elaboración de una hipótesis tentativa. La segunda parte, un
análisis de la Fiesta como Movilización social de carácter festivo,
una tercera parte donde se analiza el trasfondo político la superposición del
Corpus sobre el Inti Raymi andino y la forma festiva de evangelizar como medio
utilizado por los españoles. Finalmente una cuarta parte donde se demuestra la
validez de la hipótesis.
PARTE
II
LA
FIESTA COMO FORMA DE MOVILIZACIÓN FESTIVA EN EL MUNDO COLONIAL
La fiesta como forma de movilización
social festiva, permite no sólo interactuar a los hombres sino reproduce su
ordenamiento social; expresa un lapso de euforia colectiva en la cual se
reafirma una legalidad existente, ratifica un ordenamiento social, busca ganar
el consenso de los dominados que participan en ella, constituye un mecanismo de
concientización y también en algunos casos, una protesta al régimen de
explotación.
Sobre la fiesta podemos tomar como referencia
teórica lo que nos menciona la etnología la cual:
…ha considerado la fiesta
principalmente como una “estructura de inversión”, como una precaria conjunción
de dos tendencias antinómicas de la vida social: el orden y el desorden,
designando a estas dos funciones que se consideran contrapuestas como
conversión e inversión o subversión. (Cruz de Amenazar, Isabel: 25)
La fiesta tiene dos aspectos contradictorios
en su interior[2], ambos son
fundamentales para comprender la complejidad de las fiestas. La primera es la
conversión, representada por el mantenimiento de reglas y el respeto al uso y
costumbre emanados por la autoridad. La otra, llamada inversión o subversión,
conformada por la violación de normas, trasgresión de fórmulas y modelos; la
encontramos en fiestas donde lo profano deviene en sagrado, donde toda regla es
abolida y la vida social se coloca al revés.
La fiesta religiosa en la sociedad colonial ayuda
a crear un sentido de comunidad, que involucra lo artístico, lo político,
y lo religioso tanto como la comunidad letrada y analfabeta” (Rosa Helena 2007:
1), pero también reafirma la situación social jerárquica de toda sociedad.
Para el caso de la civilización andina, las
fiestas tuvieron un papel análogo al hispano, Waldemar Espinoza (1997:329)
refiere que fueron alrededor de 12 las festividades que se celebraban en el
Cuzco pre hispánico, de las cuales sólo dos eran las más multitudinarias,
el Intirraimi [3] (junio) y
el Cápac Raimi (diciembre).
El cronista José de Acosta en su obra
“Historia Natural y Moral de las Indias” (1962) refiere que cuando entraron en
contacto los españoles con los indígenas, y comenzaron su labor catequística,
hallaron algunas similitudes entre el culto y ritual católico y el de los
indígenas.
Una de estas similitudes fue la fiesta del
Santísimo Sacramento ó Corpus Christi, que los cristianos celebran con cantos y
danzas, en similitud a la fiesta incaica del Intirraimi.
Ambas festividades coincidían en el mes de la
celebración (Junio), ambas tenían representaciones materiales (santos, vírgenes,
momias, ídolos) los cuales eran sacados en procesión, y duraban muchos días
(entrada, día central, octava etc. en cuanto al Corpus).
Frente a este gran movimiento festivo
de control ideológico por parte de la élite incaica durante el Tahuantinsuyo, los
españoles debieron buscar el mejor método para lograr extinguir lo que ellos
denominaban “idolatrías”, buscando hacer olvidar a los grupos dominados sus
cultos e implantar el culto cristiano[4].
Para el caso del Intirraimi cuzqueño, los
españoles utilizaron una nueva forma, el desplazamiento o superposición de la
fiesta, el cual consistió en buscar desplazar el culto andino (Intirraimi)
superponiendo una fiesta Católica, la asignada por la coincidencia temporal fue
la del Corpus Christi.
El Corpus Christi[5], además tenía
una múltiple importancia para los conquistadores; no sólo ponía en evidencia el
rol evangelizador hacia los indígenas, sino demostraba la superioridad del
culto católico por encima del culto pagano de los andinos, y representaba el
status privilegiado de los sectores prominentes de la sociedad (Dean Carolyn
2002:31).
La primera noticia que se tiene de la
Fiesta del Corpus Christi[6] en el
Cusco data del año 1547 (9 de Junio) y menciona su característica solemne
(Vargas Víctor 1983: 583).
Durante la ceremonia del Corpus Christi en el
Cuzco Colonial los sectores andinos cusqueños danzaban enmascarados, cantaban y
escenificaban bailes dialogados, tocando tambores, flautas y pututos,
“todo (a semejanza) de las actuaciones que practicaban en las
celebraciones del Intirraimi que por su cuenta seguían conmemorando” (Acosta
1962: 269).
La fiesta del Corpus Christi no sólo sirvió
para conmemorar el sacramento de la eucaristía y reforzar la idea de
pertenencia al cuerpo de la Iglesia, sino que se convirtió con la
Contrarreforma en una de las celebraciones más importantes de la
cristiandad católica.
Por ello incluso el concilio de Trento
incidió que debía celebrarse con grandes procesiones, danzas y representaciones
de autos de fe, todos los cuales permitieran divulgar la interpretación
doctrinal de este sacramento (García G. Bernardo: 190). Este contexto de pugna
ideológica entre la doctrina católica y la protestante, permite explicar por
qué incluso para el siglo XVII, los monarcas españoles participan activamente
en la procesión del Corpus Christi[7].
PARTE
III
“Bajo
la difundida consideración popular que las explicaba como una generosa y
desinteresada concesión para el recreo, las actividades festivas encubrieron su
profundo contenido político”
(Carlos
Lazo García 1981: 207)
3.1.
EL CORPUS CHRISTI Y SU PROFUNDO CONTENIDO POLÍTICO COLONIAL
Durante su realización, la Fiesta del
Corpus Christi, expresaba el ordenamiento político y social del Perú colonial[8]; marchaban
durante las procesiones en una ubicación alrededor del Santísimo, los miembros
de la clase dominante (los señores, los religiosos y funcionarios coloniales),
cubiertos con sus mejores trajes y en una actitud de “una seriedad y silencio
en (los) que sólo se oyen las divinas alabanzas, en contraste con la parte
“jocosa” que los indios representaban conjuntamente con las mojigangas de
cartón” (Concolorcorvo 1946, 215 – 217).
La fiesta religiosa del Perú Colonial
encubrió un profundo contenido político (Lazo García 1980: 207), eran
planificadas y organizadas por los grupos de poder con el objetivo de
adoctrinar a la población dominada dando muestra del ordenamiento social
vigente y dando materialidad a las reglas de asimilación y diferenciación.
Por asimilación entendemos, las reglas por
las cuales los sectores sociales dominados son insertados en la sociedad
colonial en un aparente estado de integración, sin embargo, al interactuar en la
sociedad se expresa otra regla, la de diferenciación, la cual hace evidente las
diferentes posiciones sociales de los grupos confortantes de la sociedad
colonial, un minoritario y dominante y un amplio sector social dominado. De
esta forma las fiestas en la colonia durante su realización evidencian
ambos principios y servían para racionalizar una convivencia social de consenso
entre ambos sectores sociales.
Durante su realización la Fiesta del
Corpus Christi expresaba el ordenamiento político y social del Perú colonial;
marchan durante las procesiones en una ubicación alrededor del Santísimo los
miembros de la clase dominante (los señores, los religiosos y funcionarios
coloniales), cubiertos con sus mejores trajes y en una actitud de “una seriedad
y silencio en (los) que solo se oyen las divinas alabanzas, en contraste con la
parte “jocosa” que los indios representaban conjuntamente con las mojigangas de
cartón” (Concolorcorvo 1946, 215 – 217).
De esta manera observamos dos formas de
expresarse durante la fiesta del Corpus en el Cuzco colonial una de los
sectores sociales dominantes que intentan reproducir la fiesta que se conmemora
en España y la de los grupos dominados, principalmente andinos para los cuales
las fiestas eran acontecimientos en donde el bullicio y la diversión era algo
de tradición pre hispánica, al respecto Waldemar Espinoza menciona
El cusco también era la llacta de las
continuas fiestas
Las 12 festividades eran solemnes y
multitudinarias, bien que habían dos, las del Intiraymi (junio) y Cápac – raymi
(diciembre), que por estar dedicadas al sol cobraban mucha relevancia….en las
dos festividades rimbombantes la gente bebía sin parar, mientras el soberano
redistribuía regalos” (Espinoza W. 1997:329).
En este sentido la religión católica cumplía
fielmente su papel de ser la institución que mediante la religión católica,
desplegaba un instrumento ideológico de dominación que buscaba legitimar, un
orden social existente y de explotación feudal de las masas campesinas.
Pero la instauración de la Fiesta del
Corpus Christi en el Cusco colonial debe ser enfocada como parte del
proceso de la conquista española, ya que luego de la derrota militar de la
elite cuzqueña a manos de la corona española. Uno de sus representantes
coloniales, el Virrey Toledo buscara convertir la fiesta del Corpus
Christi en una de las principales fiestas en todo el Perú Colonial y también
por intermedio de su reproducción en cada Junio desplazar de la memoria del
mundo andino una de sus fiestas importantes, el Inti Raymi.
Para llevar a cabo todo esto Toledo realizó
un cambio significativo en la forma de llevarla a cabo[9], ordenando que
“...el Corpus se celebrara en cada provincia y
en consecuencia que ya no se enviaran desde allí representaciones alegóricas a
las ciudades. En adelante los indios deberían asistir con sus andas divididos
en parroquias” (Lazo Carlos 1981:222).
La fiesta del Corpus Christi fue organizada
para contar con la multitudinaria participación de los indígenas, con un claro
objetivo de buscar su “adoctrinamiento” y reemplacen sus “idolatrías”.
Debido a ello las medidas adoptadas por Toledo, para quien es importante una
vez derrotada militarmente la elite cuzqueña, se desplieguen efectivos
mecanismos de control social en los sectores sociales dominados teniendo en la
religión uno de sus principales instrumentos para poder hacer de los indígenas
fieles vasallos del rey y siervos resignados a su nueva situación social; en
esta perspectiva podemos entender la razón por la cual Toledo obliga “...que
los caciques e indios que se hallaren en esta ciudad saquen de cada parroquia
dos o tres danzas y sus andas, pendones y vengan sacerdotes de ellas que
procuren que la fiesta se haga con solemnidad debida” (Huayhuaca Villa Sante
1988: 51).
La conquista española no solo importó su
modelo económico social en sus colonias sino buscó que en el plano de las
actividades festivas estas se convirtieran “...en importantes para preservar el
orden establecido dentro de una sociedad fuertemente estratificada…” (Cantos
López Ángel 1992:19).
En estas fiestas no sólo se reproduce
la sociedad estratificada española, sino también se deduce de su accionar
durante la fiesta, que los sectores dominantes son los verdaderos
protagonistas, sirviendo la fiesta para subrayar quienes de verdad detentan el
poder y rigen los destinos de la sociedad (Ibíd). Cada uno de estos principios
políticos eran reafirmados por la homilía y el sermón y en cada detalle de la
ceremonia del Corpus Christi, desde el ingreso al interior de la Iglesia hasta
cuando se produce la procesión.
3.2.
EL CORPUS CHRISTI: UNA FIESTA DE DESPLAZAMIENTO Y SUPERPOSICIÓN DEL INTI RAYMI
Según refiere Waldemar Espinoza (1997:329)
fueron alrededor de 12 las festividades que se celebraban en el Cuzco pre
hispánico las cuales no sólo eran solemnes ceremonias y festividades sino de
ella dos eran las más multitudinarias, el Intirraimi (junio) y el Cápac Raymi
(diciembre).
El cronista José de Acosta en su obra
“Historia Natural y Moral de las Indias” refieren que cuando entraron en
contacto los españoles con los indígenas, y comenzaron su labor catequista,
hallaron gran semejanza entre algunos detalles del culto y ritual suyo y el
propio de los católicos. Una de esas coincidencias era la fiesta del
Santísimo Sacramento, del Corpus, que los cristianos celebran con cantos y
danzas.
En ambas festividades que coincidían en el
mes de la celebración (Junio), los españoles hallaron coincidencias muy
afortunadas, como por ejemplo, ambas tenían representaciones materiales
(santos, vírgenes, momias, ídolos) los cuales eran sacados en procesión, ambas
fiestas duraban muchos días (entrada, día central, octava etc. en cuanto al
Corpus).
Con respecto a la fiesta del Intirraimi
Waldemar Espinoza señala
La preparaban y la presidía el sapainca mismo
con presos ayunos consistentes en la abstención de sal, ají, chicha y sexo.
Antes de que amaneciera ya estaba en la plaza principal, invadida por las
panacas o ayllus reales. Al rayar el alba, el soberano de pie y tomando un
Quero de oro ofrecía al Sol un brindis de yamor (chicha preparada por las
huairuro acllas). Sacrificaban llamas especiales, a las que quemaban en
hogueras encendidas mediante los reflejos del sol en un espejo concho en el que
metían estopas de algodón. Ese mismo fuego sagrado se lo recogía por los
sacerdotes para conservarlo en el templo todo el año, alimentándolo con
combustible sin cesar” (Waldemar Espinoza 1997: 329).
Frente a este gran movimiento festivo
de control ideológico por parte de la élite incaica hacia los ayllus y etnias
sojuzgadas[10],
los españoles debían buscar el mejor método para lograr extinguir lo que ellos
denominaban “idolatrías”, para
hacer olvidar en los grupos dominados
sus antiguos cultos e implantar el culto cristiano[11].
Para el caso del Intirraimi cuzqueño, los
españoles utilizarían un método que buscaría este objetivo, el desplazamiento o
superposición de las fiestas, la cual consistiría en buscar desplazar el culto
andino al Intirraimi superponiendo a la fiesta indígena una fiesta Católica, en
este sentido la fiesta asignada por la coincidencia temporal fue la del Corpus
Christi, además que tenía una doble importancia no solo para la evangelización
de los indígenas sino para demostrar la superioridad del culto católico por
encima del culto pagano de los andinos.
La fiesta del Corpus Christi no sólo sirvió
para conmemorar el sacramento de la eucaristía y reforzar la idea de
pertenencia al cuerpo de la Iglesia, sino que se convirtió con la
Contrarreforma en una de las celebraciones más importantes de la
cristiandad católica. Por ello incluso el concilio de Trento incidió que debía
celebrarse con grandes procesiones, danzas y representaciones de autos de
fe, todos los cuales permitieran divulgar la interpretación doctrinal de
este sacramento (García G. Bernardo: 190). Este contexto de pugna ideológica
entre la doctrina católica y la protestante, permite explicar por que incluso
para el siglo XVII, los monarcas españoles participan activamente en la
procesión del Corpus Christi[12].
3.3. LA
FIESTA DEL CORPUS CHRISTI: UNA FORMA FESTIVA DE EVANGELIZAR
Las
fiestas sirvieron para hispanizar, transformar y reelaborar las costumbres
autóctonas por que el festejo….permitió la introducción de nuevas normas y prácticas
religiosas”
(Feliciano
Wilma 2004: 1)
Las fiestas en el mundo colonial
constituyen representaciones que no sólo expresan las relaciones de poder en la
sociedad sino también la búsqueda de generar consenso entre los sectores
sociales dominantes y dominados y el principal aspecto el de evangelizar y
adoctrinar a los indígenas.
El Corpus Christi como celebración cristiana
y fiesta católica se celebra en el mundo cristiano europeo y en las colonias
que España controlo en diversas latitudes, la fiesta del Corpus ingresó al
“Nuevo Mundo” por medio del conquistador español como un mecanismo de
evangelización. Siendo la celebración del Corpus “elemento de introducción de
los preceptos religiosos, apoyados en las ceremonias y cultos de los
indígenas,…..esta festividad católica permite, por sus características
mismas, asociaciones con cultos no cristianos y ciertos cultos antiguos de la
población indígena (Talavera, María 1999:81)
De esta manera observamos dos formas de
expresarse durante la fiesta del Corpus en el Cuzco colonial una de los
sectores sociales hispanos que intentaban reproducir la fiesta que se
conmemoraba en España y la de los grupos dominados, principalmente andinos,
para los cuales las fiestas eran acontecimientos en donde el bullicio y la
diversión era algo de tradición pre hispánica[13] (Espinoza
W. 1997:329).
En este sentido la religión católica cumplía
fielmente su papel de ser la institución que mediante su doctrina desplegaba
todo su arsenal litúrgico y su armamento persuasivo (Valenzuela M., Jaime
2001:24), buscando legitimar, un orden social existente de explotación
colonial.
La corona no sólo importó su modelo económico
social hacia sus colonias sino buscó, que las actividades festivas se
convirtieran “...en importantes para preservar el orden establecido dentro de
una sociedad fuertemente estratificada…” (Cantos López Ángel 1992:19).
Uno de los primeros testimonios sobre la
realización de la festividad del Corpus Christi en el Cuzco colonial lo tenemos
del Inca Garcilazo de la Vega, quien en su obra Historia General del
Perú (1944), refiere acerca de la solemnidad con que se realizaba la fiesta del
Corpus en el Cuzco, donde participaban tanto los vecinos del Cuzco colonial
como los caballeros nobles, hijosdalgo e indígenas que se encontraban dentro de
los repartimientos españoles.
La procesión del Corpus Christi, refiere
Garcilazo, utilizó andas ricamente adornadas llevadas por los vasallos,
introduciendo dentro de las andas las imágenes de “Nuestro Señor” o “Nuestra
Señora” o de algún otro santo del cual sean devotos españoles o indígenas. Para
la realización del Corpus al igual que ocurría en España, la responsabilidad y
papel promotor de la fiesta corría a cargo del Cabildo[14]
siendo el objetivo en ambas latitudes (tanto en la Metrópoli como en
la colonia) el mismo, la exaltación de la Eucaristía (Noguera Dolores
2003: 568).
Las andas del Corpus eran adornadas con seda,
oro y otras joyas, introduciendo dentro de ella una imagen (la Virgen Maria,
Cristo, o algún otro santo) del cual fueran devotos españoles y/o indígenas.
Esta descripción es muy análoga a la que sucede en España, donde participan las
cofradías de los talleres y oficios de las ciudades.
La particularidad en la colonia fue el
acompañamiento en estas fiestas de los caciques de las diferentes etnias de la
Ciudad del Cuzco, los cuales llegaban acompañados de sus parientes y toda
la aristocracia indígena de la zona. Llegaban provistos de sus ornamentos, que
utilizaban desde los tiempos pre hispánicos en las fiestas mayores, cada uno de
estos caciques hacían traer la pacarina de donde decían descender como lo
refiere Garcilazo
Unos venían (como pintan a Hércules) vestidos
con la piel del león, sus cabezas encajadas en las del animal, por que se
preciaban descender de un león. Otros traían las de un ave muy grande, que
llaman Cúntur, puestas a las espaldas, como las que pintan a los ángeles; porque
se precian descender de aquella ave. Y así venían otros con otras divisas
pintadas, como fuentes, ríos, lagos, sierras, montañas, cuevas, porque decían
que sus primeros padres salieron de aquellas cosas. Traían otras divisas
extrañas, con los vestidos chapados de oro y plata. Otros con guilnardas de oro
y plata… (Garcilazo de la Vega, Inca 1944: 185).
Estas formas de expresarse en las procesiones
religiosas católicas hacia los primeros años de la conquista aún
reproducían mucho de las costumbres de los pueblos andinos antes subordinados
al Imperio del Tahuantinsuyo, como refiere Flores Ochoa: “en las primeras
procesiones del Corpus Christi participaron más de un centenar de imágenes
traídas de las poblaciones de fundación hispana que fueron surgiendo en la
sierra, como Huamanga, o de lugares lejanos como Quito o Tucumán. Como se puede
observar, la ciudad del Cuzco continuó siendo un lugar central, convergente y
mantuvo su carácter ritual y privilegiado entre las demás ciudades del
territorio” (Flores Ochoa 1994:39)
La festividad del Corpus Christi cuzqueño,
descrito por el Inca Garcilazo de la Vega evidencia el papel del
Cabildo y la Iglesia en la puesta en marcha de la fiesta de Corpus y
de los actores sociales que se desplegaban en ella:
“El cabildo de la Iglesia y
el de la ciudad hacían por su parte lo que convenía a la solemnidad de la
fiesta. Hacían un tablado en el hastial de la Iglesia, de la parte de
afuera, que sale a la plaza, donde ponían el Santísimo Sacramento en una muy
rica Custodia de oro y plata. El cabildo de la Iglesiase ponía a la mano
derecha, y el de la ciudad a la izquierda. Tenia consigo a los incas que habían
quedado de la sangre real, por honrarles y hacer alguna demostración de que
aquel Imperio, era de ellos…. (Garcilazo de la Vega, Inca 1944: 185).
La Crónica de Garcilazo de la Vega hace
referencia a la presencia durante la fiesta del Corpus de los indígenas quienes
participaban desde cada uno de sus repartimientos, quienes desfilaban con todos
sus familiares cantando en su propia lengua para diferenciarse así de las
múltiples naciones indígenas que asistían a la Fiesta del Corpus,
llevando sus tambores, flautas y demás instrumentos musicales, según Garcilazo:
Entraba cada nación por su antigüedad (como
fueron conquistados por los Incas), que los más modernos eran los primeros, y
así los segundos y terceros, hasta los últimos que eran los Incas. Los cuales
iban delante de los sacerdotes, en cuadrillas de menos gente y más pobreza, por
que habían perdido todo su Imperio, y sus armas y heredades y sus haciendas
particulares. Así era como celebraban los indios y españoles la fiesta del
Santísimo Sacramento en el Cuzco. (Garcilazo de la Vega, Inca 1944:
186).
La descripción de Garcilazo constituye uno de
los testimonios más antiguos sobre la Fiesta del Corpus Christi,
descripción que plasmaría sus propios recuerdos de niñez. Pero también y de
forma clara el papel que jugaba la representación del Corpus para de manera
pedagógica lleva a pensar al niño de una manera.
La misma solemnidad habrá ahora y mucho
mayor, porque de aquella guerra, que se acabo al final del año de mil
quinientos y cincuenta y cuatro han sucedido cincuenta y siete años de paz,
hasta el presente, que es de mil seiscientos y once, cuando se escribe este capítulo.
Dícenme que en estos tiempos alargan
la procesión ó viaje della dos y tantas más que solía andar, por que llegan
hasta San Francisco y vuelven a la Iglesia por muy largo camino;
entonces no andaba más que el cerco de las dos plazas, Cusipata y Huacaypata.
Sea la Majestad Divina loada, que se digna de pasearlas, alumbrando
aquellas gentes y sacándoles de las tinieblas en que vivían.(Ibíd.).
Finalmente podemos destacar la política en
materia religiosa desplegada por Virrey Toledo, quien buscó convertir la fiesta
del Corpus Christi en una de las principales en todo el Perú Colonial,
mediante su reproducción en cada Junio, buscando desplazar de la memoria
del mundo andino una de sus fiestas importantes, el Inti Raymi.
Para llevar a cabo todo esto Toledo realizó
un cambio significativo en la forma de llevarla a cabo[15],
ordenando que
“...el Corpus se celebrara en cada
provincia y en consecuencia que ya no se enviaran desde allí representaciones
alegóricas a las ciudades. En adelante los indios deberían asistir con sus
andas divididos en parroquias” (Lazo Carlos 1981:222).
La fiesta del Corpus fue organizada para
contar con la multitudinaria participación de los indígenas, con un claro
objetivo de buscar su “adoctrinamiento” y reemplazar sus “idolatrías”.
Debido a ello las medidas adoptadas por
Toledo, buscaron conjugar opuestos – integración y exclusión, reproduciendo
espacios de control, de estratificación y de sociabilidad, y recreando un
sistema de vida y una arquitectura social conforme a la cosmovisión hispana
(Valenzuela M., Jaime 2001:23)
Al desplegar efectivos mecanismos de
control social en los sectores sociales dominados, hicieron de la religión uno
de sus principales instrumentos para convertir a los indígenas, fieles vasallos
del rey en siervos resignados a su nueva situación social.
CONCLUSIÓN
El análisis de los elementos que integran la
hipótesis, hace posible considerar su demostración, que la convierte en
conclusión: “El profundo contenido político colonial, el deseo de
desplazar la festividad andina del Inti Raymi y la búsqueda de una mayor
feligresía hacia la religión católica, hicieron de la Fiesta del
Corpus Christi, una de las principales movilizaciones festivas del Cuzco
Colonial durante los siglos XVI y XVII al servicio de los intereses de la
Corona Española”
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VILAR, Pierre, Iniciación al vocabulario
del análisis Histórico, Editorial Critica. Grupo Editorial Grijalbo. Barcelona.
1980
[1] Al respecto Vilar menciona “El
historiador es un físico no un experto. Busca la causa de la explosión en la
fuerza expansiva de los gases, no en la cerilla del fumador” (1980:23).
[2] A una conclusión análoga llegó
en el análisis de las Fiestas, Jaime Valenzuela en su libro “Las
Liturgias del Poder. Celebraciones Publicas y estrategias persuasivas en Chile
Colonial (1609 – 1709)” quien menciona: “La dominación hispana, conjugando
opuestos – integración y exclusión, el “otro” semejante y el “otro” diferente
-, reproduciendo espacios de control, de estratificación y de sociabilidad, va
a intentar recrear un sistema de vida y una arquitectura social conforme a su
propia cosmovisión” (Valenzuela M., Jaime 2001:23)
[3] Con respecto a la fiesta del
Intirraimi Waldemar Espinoza señala: “La preparaban y la presidía el sapainca
mismo con presos ayunos consistentes en la abstención de sal, ají, chicha y
sexo. Antes de que amaneciera ya estaba en la plaza principal, invadida por las
panacas o ayllus reales. Al rayar el alba, el soberano de pie y tomando un
Quero de oro ofrecía al Sol un brindis de yamor (chicha preparada por las
huairuro acllas). Sacrificaban llamas especiales, a las que quemaban en
hogueras encendidas mediante los reflejos del sol en un espejo concho en el que
metían estopas de algodón. Ese mismo fuego sagrado se lo recogía por los
sacerdotes para conservarlo en el templo todo el año, alimentándolo con combustible
sin cesar” (Waldemar Espinoza 1997: 329).
[4] “..al caer en los meses de
siembre, coincide con la época en que los ritos imperiales andinos se
ejecutaban ara la misma fecha (que el Corpus), aunque eran una consecuencia de
las fiestas de la cosecha y su almacenaje. Por lo tanto, Corpus no reemplazo
simplemente a la fiesta del Sol, e Intirraimi, sino también a todo el periodo
en que se llevaban a cabo dichas fiestas, que abarcaría desde mayo a junio del
calendario occidental.” (Ibíd.)
[5] Según Dolores Noguera en “Elementos
Teatrales del Corpus Madrileño en las ultimas décadas del siglo XVI”, nos
menciona: “La festividad del Corpus Christi se remonta a la Edad Media,
cuando se extendía en Europa la herejía eucarística. En Lieja (Bélgica)
empiezan los cultos en 1230. El Papa Urbano IV los hace extensivos a toda la
Iglesia en el año 1261 mediante la Bula Transiturus de hoc
mundo.” (Noguera Dolores 2003: 567).
[6] “La primera noticia conocida de
la celebración solemne del corpus Christi en Lima se remonta a 1541. En aquella
memorable ocasión, en que el cortejo iba presidido por Francisco Pizarro, acaso
luciendo la capa que le enviara Hernán Cortéz desde México...” (Guillermo
Lohmann Villena 1994: 16)
[7] Según García García Bernardo en
su obra “Fiesta Popular” menciona: “La procesión venia precedida por la imagen
del pecado que encarnaba la tarasca, un gran bicho en forma de dragón o
serpiente montado sobre un carro y confeccionado con madera, pasta de papel y
tela, sobre el que había músicos, gigantonas, enanos monos, y otras variadas
figuras. Le seguían grupos de gigantes y una serie de danzas representadas (con
escenas bíblicas, mitológicas e históricas), danzas tradicionales (de espadas,
moros y cristianos, de lazos y enramadas,..), danzas de música interpretando
breves conciertos, y danzas mas exóticas (de negros, indios, de turcos). Esta
parte se cerraba con los carros en lo que marchaban los comediantes religiosos
del cortejo que seguía este orden: un grupo de niños huérfanos los pendones y
cruces de las cofradías y parroquias, con una representación de las ordenes
religiosas y los hospitales hasta llegar a cruz de la capilla real, que venia
acompañada por sus cantores, ministriles y curas beneficiados. La parte
principal de la procesión la ocupaba la custodia del Santísimo Sacramento que
iba precedida por doce pajes y en hombros de distintos prelados junto con los
capellanes del rey. A ambos lados, se colocaban los miembros de los concejos.
Inmediatamente detrás marchaban los mayordomo y grandes, y el monarca con los
miembros de su familia por delante de los embajadores residentes en la corte
escoltados en semicírculo por la guardia de los archeros de corps. ” ( García
García Bernardo : 190)
[8] Según Dean Carolyn, en su libro
“Los Cuerpos de los Incas Y el Cuerpo de Cristo. El Corpus Christi en el Cuzco
Colonial” señala: “Las autoridades, tanto eclesiásticas como civiles,
promovieron esta fiesta no solo por que es la única en la cual Dios esta
literalmente presente en la comunidad, sino por que el Corpus brindaba un foro
festivo en el cual las personalidades prominentes de la comunidad y los grupos
corporativos “ponían en escena” su estatus privilegiado…” (Dean Carolyn
2001:31)
[9] “El Corpus Christi, fue
instituido por el Virrey Toledo en 1572 en sus celebres Ordenanzas, dotada de
ese vigor y movimiento, de esa luz y colorido con que nos ha llegado hasta la
actualidad. Claro esta que esas pragmáticas sobre el “ Corpus Christi” que
aquel dio durante su estado en el Cuzco con detalles tan singulares, fue
mas por razones de gobierno que por simple espíritu religioso” (Huayhuaca Villa
Sante 1988: 50)
[10] Según Leontina E. Tchelecu en su
artículo “Diversas Forma que Adopta la Religión Andina Yuxtaposiciones
Peligrosas”, la religión incaica actuaba de garante de la estructura imperial
basada en la producción de excedentes que elaboraban las múltiples etnias
asimiladas. Por eso el culto se trasformó en una actividad publica fundamental
en la que participaban las deidades, las autoridades y las diferentes
comunidades que formaban el imperio; se trataba de homogenizar culturalmente la
multiplicidad étnica a través de la religión”
[11] “..al caer en los meses de
siembre, coincide con la época en que los ritos imperiales andinos se
ejecutaban ara la misma fecha (que el Corpus), aunque eran una consecuencia de
las fiestas de la cosecha y su almacenaje. Por lo tanto, Corpus no reemplazo
simplemente a la fiesta del Sol, e Intirraimi, sino también a todo el periodo
en que se llevaban a cabo dichas fiestas, que abarcaría desde mayo a junio del
calendario occidental.” (Ibíd.)
[12] Según García García Bernardo, en
su articulo, “Fiesta Sacramental y Religiosa” refiere: “La procesión venia
precedida por la imagen del pecado que encarnaba la tarasca, un gran bicho en
forma de dragón o serpiente montado sobre un carro y confeccionado con madera,
pasta de papel y tela, sobre el que había músicos, gigantonas, enanos monos, y
otras variadas figuras. Le seguían grupos de gigantes y una serie de danzas
representadas (con escenas bíblicas, mitológicas e históricas), danzas
tradicionales (de espadas, moros y cristianos, de lazos y enramadas,..), danzas
de música interpretando breves conciertos, y danzas mas exóticas (de negros,
indios, de turcos). Esta parte se cerraba con los carros en lo que marchaban
los comediantes religiosos del cortejo que seguía este orden: un grupo de niños
huérfanos los pendones y cruces de las cofradías y parroquias, con una
representación de las ordenes religiosas y los hospitales hasta llegar a cruz
de la capilla real, que venia acompañada por sus cantores, ministriles y curas
beneficiados. La parte principal de la procesión la ocupaba la custodia del
Santísimo Sacramento que iba precedida por doce pajes y en hombros de distintos
prelados junto con los capellanes del rey. A ambos lados, se colocaban los
miembros de los concejos. Inmediatamente detrás marchaban los mayordomo y
grandes, y el monarca con los miembros de su familia por delante de los embajadores
residentes en la corte escoltados en semicírculo por la guardia de los archeros
de corps. ” ( García García Bernardo : 190)
[13] Al respecto Waldemar Espinoza,
en su libro “Los Incas. Economía Sociedad y Estado en la Era del
Tahuantinsuyo” menciona: “El cusco también era la llacta de las continuas
fiestas…Las 12 festividades eran solemnes y multitudinarias, bien que habían
dos, las del Intiraymi (junio) y Cápac – raymi (diciembre), que por estar
dedicadas al sol cobraban mucha relevancia….en las dos festividades
rimbombantes la gente bebía sin parar, mientras el soberano redistribuía
regalos” (Espinoza W. 1997:329).
[14] Como lo refiere Guillermo
Lohmann Villena, en su articulo El Corpus Christi, Fiesta Máxima del Culto
Católico “ cuando menciona “...el cabildo actuaba como promotor, confiando a
los alcaldes en un principio y mas tarde a los fieles ejecutores de turno,
cuando no a comisarios especialmente designados, ocuparse en todo lo
concerniente a la articulación del conjunto de actos, eran los gremios los que
aportaban su contribución ya económica, ya en números de divertimiento, al
mayor fausto del espectáculo ( Lohmann Villena Guillermo 1994:13)
[15] “El Corpus Christi, fue
institucionalizado por el Virrey Toledo en 1572 en sus célebres Ordenanzas,
dotada de ese vigor y movimiento, de esa luz y colorido con que nos ha llegado
hasta la actualidad. Claro está que esas pragmáticas sobre el “ Corpus Christi”
que aquel dio durante su estado en el Cuzco con detalles tan singulares,
fue más por razones de gobierno que por simple espíritu religioso” (Huayhuaca
Villa Sante 1988: 50)